sábado, 18 de mayo de 2013

La historia comienza.~

Suspiré, como cada mañana al levantarme. Acomodé mi cabello hacia el lado izquierdo, separándolo en tres partes, y así, envolverlos en una trenza como era de costumbre.
Me aproximé al ventanal junto a mi cama, aún no era completamente de día, "debe ser muy temprano", pensé a mis adentros, el gallo no se había levantado a reinar con su estruendoso canto, por lo que aún tenía tiempo para arreglarme e ir a la cocina como siempre. 
Después de mi baño cerca del establo, procedí a colocarme mis estropajos para trabajar, ya era cosa de rutina, nunca me detenía a observar nada de mi alrededor, desde que llegué a Alemania junto a mi madre, que se me fue enseñada a no andar con rodeos, ni siquiera de tener un pensamiento u opinión acerca de alguna temática. Sin embargo, mi sueño fue interrumpido antes de lo esperado, y pensé "¿por qué no darme 5 minutos para respirar?" No creo que haya algo de malo en eso, ¿o sí?, además, ni contacto puedo llegar a tener con el resto de la gente que convive conmigo en la cocina, y menos en la gran mansión, en la cual yo me encontraba hospedada. A pesar de que gente iba y venía, me sentía extremadamente sola, ¿y cómo no? Si todos los días era lo mismo; mantener cabeza gacha, ir por el trigo, llevarlo a la cocina, preparar el pan, hornearlo. Para luego cargar el canasto repleto de ellos hasta la panadería de los amos. Realmente estoy muy agotada, el ocio acumulado en mí, era extremadamente grande, aunque, la verdad, presentía que algo iba a ocurrir, despertarme antes de lo usual, era algo que sobresalía de mis esquemas.
Me coloqué mis botas cafés para el barro, fui al campo de trigo, recortando los más bellos que pudiesen parecerme, y los coloqué dentro de la canasta. Luego de ya extraer lo suficiente, me senté, y respiré con la mayor despreocupación posible, dejando que la brisa acariciara mi rostro. Cerré los ojos, y por un momento, me imaginé en los brazos de mi madre... La extrañaba por montones, no tenía a nadie más conmigo, desconozco aún las razones por las cuales estoy en este país, y no en la vieja Italia, sin embargo, no me quejo, mientras tenga comida, y un lugar donde vivir. Me sentí ahogada en un sueño, no me había nunca percatado lo bello que era el campo, cómo la luz del sol mantenía el color de las margaritas que se hallaban próximas a los trigos; cómo el viento se balancea entre las copas de los árboles; y cómo los pájaros disfrutan del gran cielo azul. 
Sonreí, mientras escuchaba la brisa crujir las hojas. Tomé el canasto, para luego ir rumbo hacia la cocina, y quedarme allí el resto del día como todos los días, desde hace 16 años.
Entretanto escuchaba la naturaleza, y mis pasos que creaban melodía con la tierra, recordé que la noche anterior la cocinera me había solicitado recoger temprano los panes que estarían en el ante jardín de la mansión. 
Apresuré el paso, no sabía si estaba muy temprano o muy tarde, probablemente vacilé mucho tiempo, o sólo unos segundos, no lo sé, esperaba no haber malgastado mi tiempo. 
Al entrar a la panadería, no se encontraba ni un alma perdida, por lo que pude suspirar con alivio, ese gran nudo en el pecho que se me había creado mientras caminaba hacia allá. 
Coloqué cuidadosamente, los 30  panes dentro de la canasta, que se juntaban con el trigo recolectado hace un rato. Se sentía pesado, no sabía si podría lograr llegar a la cocina con ellos intactos, era más peso de lo que normalmente puedo sostener. 
Tomé el canasto con todo mi posible peso, y caminé hacia el ante jardín, recordé que muchas veces me habían advertido que los amos les gustaba pasar tiempo allí, pero, "¿quién podría estar a esas horas de la mañana ahí?" medité hacia mis adentros, extrañamente, tenía la esperanza de encontrarme con alguien, para siquiera escuchar y entablar una conversación con alguien, quién sea, no me importaba quién fuera. Verdaderamente, ya me sentía hostigada hablando con mi persona, y tantas veces me he preguntado si será realidad lo que mi madre decía... "Cuando algo sale de lo normal desde tempranos del día, es porque algo bueno en tu vida pasará", sonreí torpemente, y cerré los ojos casi por inercia, que sin darme cuenta de ello, tropecé con la roca que daba con el ante jardín.
Me golpeé la cabeza con el canasto, los panes se dieron el lujo de saltar desordenadamente por todo el suelo, y podía sentir cómo mis rodillas eran acariciadas por la sangre que la tierra me propinó con la caída.
De pronto, escuché una voz;

-¿Estás bien?- Enseguida me paralicé, era una voz masculina, probablemente de uno de los caballeros que vive en la mansión. "No debo de mirarle" pensaba, "si lo hago, lo más certero sea que me echen de aquí". 
-S-sí, estoy bien, no se preocupe.- La verdad, me dolían mucho las rodillas, sentía que no podía levantarme, y mi cabeza me pesaba por el golpe.
-La verdad, es que no te creo. Vi cómo te caíste, además, tus rodillas están sangrando.- Me sorprendí al escucharlo hablarme así, y no supe qué responder.
-Ven, déjame ayudarte.- Dijo de una forma relajada, pero, preocupada. Me tomó de los brazos con fuerza, y me levantó como si fuese un costal de plumas. 
-Déjame mirarte- Exclamó con ternura, levantando mi barbilla, que testarudamente, mantenía baja, por órdenes que me rehusaba a desobedecer.
-Por favor, no te haré daño, necesito ver si estás bien- Tomó mis mejillas con delicadeza, y se agachó, mirándome detenidamente, hasta llegar a mis ojos. Me sorprendí, y no pude evitar sentir que mi rostro se tornaba rojo. 
-¿Te he visto antes?- Dijo, con una sonrisa.
-No señor, temo que nunca antes hemos cruzado caminos.- Dije algo nerviosa, sus ojos penetraban mi alma por completo, me observaba de una manera refrescante y cálida, su rostro de porcelana, moreno, y ojos marrones, sus facciones tan varoniles, y su tono de voz, profunda, como calmada.
-Hmm... Es verdad, si te hubiese visto antes, lo recordaría, una niña tan bella como tú no se ve en todos lados. Por demás, posees un cabello extremadamente largo, y se entona perfectamente con la luz del sol.- Me dijo, sosteniendo mi barbilla. Sentí que mis piernas temblaban, y que nuevamente caería rendida a sus pies. Sonaba tan seguro de lo que decía, mientras sostenía con su otra mano un libro extremadamente grueso. 
-S-señor, lo siento mucho, pero, no se me está permitido, hablar con usted, debo marcharme.- Estaba realmente atónita, y debía irme de allí, si me veían con él, era de lo más seguro que no tendría oportunidad alguna, por si fuese poco, un hombre como él, jamás estaría conmigo, soy una simple empleada, ¿qué podía hacer yo de maravilloso?.
Tomé rápidamente, todos los panes que pude, y traté con una alabanza saludarlo, cuando rápidamente, sentí su mano rodeando mi brazo.
-¿Te puedo volver a ver? Estoy cada mañana aquí en el ante jardín leyendo, me gustaría que me hicieras compañía.- Dijo sosteniéndome fuerte, mirando directamente mi rostro, como si me conociese de toda una vida. Mientras que yo sentía, que mi corazón latía cerca de mi garganta. 
Asentí con la cabeza, y huí lo más rápido que mis pies pudieron brindarme. ¿Qué me estaba pasando?, jamás lo había visto, pero... ¿Por qué siento que debo volver a verlo?.-

martes, 2 de abril de 2013

En otoño te extraño.~

Observo las hojas flotar,
Y el otoño abordar la ciudad,
Donde todo cae, y se marchita.
Cada flor, cada suspiro de amor es desplazado a la lejanía.
Pero, vienes a mi, con tu brisa primaveral,
Floreciendo las hiervas en mi espíritu,
Devolviendo el color en mi pradera.

Y el cielo resplandece,
Aun si las nubes su brillo apetece.
La luz siempre hallará la manera,
De deslumbrar tu lejana sonrisa,
Haciendo que nuevamente el sol venga a mí.

Como un lucero en mis párpados ,
Tu mirada me entorpece,
Y tan seductor como la serpiente,
Tu aroma se escurre por mi piel,
Abrazando y estrujando mi corazón.

Si de sentimientos se trata,
He de ser una torpe,
Pues, hasta la brisa se mofa de mi,
Recordándome de tus caricias y tu cálida manera de rozar mi ser.

Y observo las manijas del reloj,
El tiempo se retorna eterno sin tu presencia,
Porque mi esencia significa la nada,
Y la nada se vuelve en un todo sobre ti.

Pero, aquí estoy,  viendo cómo pasan las horas,
Extrañando la melodía de mis latidos con los tuyos.
Recordando tu dulce ritmo al hablarme,
Sonrío sin preocupaciones, sin complicaciones,
Ya que si estoy contigo, nada existe.
Y si estás aquí, el ayer dejó de ser, haciendo paso a nuestro hoy, como mañana.


En otoño te extraño, a cada segundo
Antes de irme a dormir, al despertar y al verte partir,
Y me desconecto del mundo si no estás.
¿Qué más hay afuera para mi? 
Nada, sólo tu, que a la vez, eres el todo.
El sol en mi lluvia,
Las estrellas en mi noche,

El corazón en mi pecho.

miércoles, 27 de marzo de 2013

Amor.~

¿Cuántas sorpresas puede la vida entregarte? 
¿Cuánto amor puede una persona darte?
¿O una impresión causarte? 

Si veo las hojas caer, o el viento soplar
¿En qué más puedo pensar?
Si mi alma vaga rigurosamente a costillas tuyas
No me puedo engañar, cuando la música resuena al compás
Y nada más puedo creer que estás aquí, junto a mí.

Si oigo el césped crujir bajo mis pies
No hay más en mi mente que aquél miércoles
Donde el frío se volvió calor, y el calor nuestro interior
Porque convertiste rosa mi espina,
Y mar las olas.

Pero es el tiempo que nos retiene
Nos seduce, y al pasado nos vuelve inmune.
Escuchamos la campana resonar,
Y el amor comienza a nuestro barco abordar.
 
¿Y qué se le puede decir a los latidos?
No puedo decirles que sin ti es igual de dichoso
Si el corazón es una melodía que pocos saben interpretar
¿Y cómo puedes vivir lejos de mí, cuando esta canción tu nombre nada más puede abarcar?
Ah, ¿por qué es tan complicado divulgar este sentir?
Tan profundo, como tu mirada que puede en un segundo a mi ser derretir.

Ay, sácame de esta agonía
¿Cómo puedo continuar así? 
NI SIQUIERA UN TE AMO PUEDE EXPRESAR ESTA EMOCIÓN TAN CURSI.
¿Se puede expresar en simples palabras lo que te llena cada rincón de tu ser?

Te suplico, jamás te alejes
¿Qué más da lo que digan?
Si este es nuestro presente, y nuestro placer.
¿Puede la vida compensar todo este amor?
Quédate, y nada faltará
Seré libre como el viento, y unida a ti como el aire
Seré voz, si no quieres hablar, ¿qué más da?
Si puedo vivir una eternidad, ¿para qué la quiero si es sin ti?
Dame aunque sea un minuto, déjame regocijar mis aires ahogados por lo que me has causado.
Que yo puedo vivir cien años amándote, y otros cien viviendo por ti.

lunes, 25 de febrero de 2013

Palabras, y acciones.

¿Me amas? -me preguntó algo galopante- 
Desgraciadamente, sí. -Le dije un tanto desconcertada- 
Entonces, ¿qué estás esperando?. ¿Te sientas aguardando que yo haga algo al respecto? , ¿crees que soy adivina? Tantas veces pensé que no te interesaba en absoluto, y no sabes cuántas veces me tragué mis sentimientos. -Me dijo impulsivamente, acercándose a mi poco a poco-
Perdón, pero no porque calle, signifique que no te ame, o que no me importes.. Simplemente, no quería perderte, quería tenerte conmigo y no me importa en la forma que sea.. Te veías feliz y bien, con eso me bastaba.. No tengo que demostrarle a nadie lo que siento, tenía mis razones. Y no me importa lo que pienses, hasta si me llegas a odiar.. Yo jamás te dejaré de amar, y si debo callar todo esto, no me interesa, mientras tú seas quien está contenta, yo.. Seré feliz también.

Promesas, acciones, deseos, anhelos. Esas fueron las cosas que marcaron nuestro camino. 
¿Se deben de vivir de aquellas simples palabras?, ¿o dejarse llevar por las acciones?..
Cuando sé que hay tanto por decir, como por hacer y descubrir.
¿Cómo puedo leer la sinceridad de tus labios? ¿O la verdad de tus gestos? Sé que no todo tiene una lectura certera, o siquiera aproximada a las cosas que hacemos o decimos.. A pesar de que la inmensa mayoría cree en que las acciones son la lealtad misma de la personalidad de una persona, o de lo que en realidad espera, o quiere. 
La verdad de las cosas es que existen variedades de expresión.. Podemos pensar y articular un millón de cosas, y no hacer absolutamente nada al respecto. ¿Acaso eso hace que queramos menos lo que decimos anhelar? Por supuesto que no, como también, podemos accionar, responder a un estímulo, de una forma totalmente diferente a lo que pensamos... Y es que es tan sencillo criticar por lo que observamos y escuchamos, sin embargo, ¿alguien se detiene a pensar, y averiguar las inmensidades que se pueden ocultar en cada una de esas cosas? Por supuesto que no. 

No puedo decir que yo no lo he hecho, criticar sin saber, me imagino que es cosa de un humano.. Porque, cada uno espera que lo que dices lo demuestres, o que lo que desmuestras es lo que de verdad aspiras para ti, y el presente que te rodea.
No obstante... En todos los sentidos posibles, es algo que erramos como personas.. Una razón siempre se encuentra oculta en las cosas que hacemos o decimos, siempre... Sin excepción
. A veces, nos dejamos llevar por lo que creemos requerir en el momento, o que en ese instante no se veía tan mal, y ya cuando lo hiciste, comienzas a pensar si realmente valió la pena lo que acaba de ocurrir... Y es así como los errores se cometen. 

Un beso, no significa compromiso, no quiere decir que te gusta o que le gustes.. Simplemente, a veces es por curiosidad de esa oportunidad, y no por ello es una crucificación a algo.. Sin embargo, todo es mal interpretado, pues, nos gusta creer que lo que acaba de pasar tiene una razón totalmente poderosa.. Cuando a veces, la respuesta es tan simple. 
Como también, tantas veces callamos lo que nos llena hasta la garganta, nos ahoga, nos hunde hasta lo más profundo de nuestro mar de deseos.. Y por simple miedo, o por ver a alguien que está feliz.. Silencias lo que jamás debió ser silenciado.


martes, 23 de octubre de 2012

Destinos encontrados.~


Capítulo 1, Violeta.-

Era un día como cualquier otro, se podría decir que estaba en los parámetros de lo "normal", en su expresión más subjetiva. El cielo como era de costumbre se hallaba nublado, con una ventisca helada. En ciertas ocasiones el sol se asomaba levemente de curioso, sin embargo, no emitía calor alguno, sólo presencia como si quisiera darse a notar, para luego desaparecer entre esas esponjosas nubes grises en el cielo. Detestaba aquellos cambios de clima que surgían durante el transcurso del día, si bien estábamos en primavera, podía realmente sentirse como si aún presenciáramos la época de otoño, con la sola diferencia que ahora los pétalos de los árboles florecían. Sentía mucho frío, mis manos se hallaban como era de costumbre congeladas, aunque sinceramente no es un aspecto del cual suelo preocuparme, ya que, aun pudiendo haber 40 grados de calor éstas continuarían frías, así que simplemente desviaba el interés. 
Recuerdo escuchar a mi profesor con su voz gruesa y prepotente que lo caracteriza de los demás docentes, dictando la clase de Física con esa gran chispa en sus ojos como si disfrutara hablar de ello. Me encantaba la fascinación que emanaba en sus clases, a pesar de que en algunas circunstancias irradiaba los mejores de los sarcasmos. No obstante, me tenía completamente sin cuidado aquel día, sé que no soy buena para los números, por lo que soy un tanto evasiva a cualquier tipo de actividad que lo integre.. Para mi mala suerte, es un requisito hoy en día, por lo tanto debo de encontrarme con ellos la mayoría del tiempo, a veces me resulta un tanto abrumador, no me gusta calcular, y aunque no soy alguien que empieza con el pie izquierdo en ello, simplemente me causa una cierta, pereza. En lo que a mí respecta viviría sin ello, pero, esta vez no fue por eludir la materia, sencillamente mi mente no se encontraba centrado en las cuatro paredes del salón.
Entre tanto transcurrían los minutos, no pude evitar echar un vistazo a la ventana que se localizaba contiguo a mi mesón. Siempre he tenido esa manía de colocarme junto a ella los días que mi humor no estaba predispuesto a las lecciones diarias, sabía que no estaba bien en absoluto, y que debía prestar mi más debida atención, sin embargo, no era algo que despertara mi curiosidad en esos instantes, así que simplemente eché a volar la imaginación, más bien sólo dejé fluir al entorno.
Es increíble cómo la naturaleza puede completar cada espacio vacío de tus pensamientos, en ocasiones ni siquiera debes tener algo retenido en tu mente... Sólo respirar, sentir cómo la brisa recorre tu piel a pasos lentos, delicados y armónicos, o nada más observar cómo las hojas danzaban al compás del viento. 
Me entretenía en mis tiempos de reflexión observando la simplicidad de lo que emitía aquella ventana, sentía que veía un show televisivo, sobre todo por que no había un boletín con aquellos números que representaban una deuda a cada fines de mes, incluso podía apreciarlo mejor que la misma televisión, ya que mostraba el mecanismo de realismo, y no un producto más creado para divertir al espectador. Para mi desgracia soy de aquellas personas que siempre tienen algo en mente, aunque sea algo estúpido y minúsculo, como hasta con cosas preocupantes y hasta estresantes para la mayoría de la gente. Me era inevitable creer que en mi alrededor se envolvía un ambiente de tensión, lo más probable es que me perseguía con mis suposiciones sin fundamentos, pero hay que ser francos, a todos les gusta criticar lo que hacen los demás y sé que es casi imposible no pensar que soy la "rarita" del salón cuando me gusta apartarme del resto y arrinconarme en la ventana. Si bien, no soy una chica anti social o de cortas palabras, en clases me encanta estar sola, son mis momentos de tranquilidad y espacio libre, sé que suena gracioso para muchos, sin embargo me tranquiliza en sentidos que no podría describir. Algunos suelen salir a dar un paseo para aclarar las dudas, tal vez embriagarse escuchando música, entre muchas cosas, pero, si yo hiciese algo así, sé que me enredaría hasta con mis pensamientos más diminutos, por lo tanto es una opción que no podría tomar. Es por ello que prefiero hacerlo en clases, ya que sé que si me deprimo, cuando salga al receso alguien quien sea, me sacará una sonrisa, así que no era un problema.
Mientras continuaba viajando por la música que profesaba la naturaleza fuera de mi ventana, no me había percatado del tiempo transcurrido, ¿y cómo lo haría? Estaba tan ensimismada pensando, y ordenando las cosas en mi cabeza que no podía siquiera percibir que estaba respirando. De pronto, sin previo aviso, escuché aquella voz tosca que reconozco hasta fuera de la estratosfera, por lo cual no me dió ni el segundo para despertar bien de mi profundo trance, ya que no podía evitar sentir su mano rodeando mi hombro con un tanto de brutalidad y toque de delicadeza. 

-Señorita, ¿está usted bien? Pareciese que los aliens la hubieran abducido y llevado a marte, está completamente en otro lado.- Dijo algo inquieto. Me miró fijamente con ojos de cachorro, podía percibir su intención sin siquiera leer su mente, sabía que era esa misma mirada persuasiva que emitían esos padres que tratan de saber qué está pasando en tu vida, tratando de entrometerse como los metiches que son. Sabía que era con buen propósito, pero, prefería guardarme mis propios pensamientos para la infinidad de la naturaleza.
-Estoy bien profesor, es sólo que me gusta pensar y reflexionar ciertas cosas cuando hace frío, pero no se preocupe, es algo normal en mi- Sonreí con las mejores de las sonrisas, sabía que era la más falsa que había podido trazar en mi rostro, sin embargo, no quería preocuparle tampoco, por lo que sólo tomé mis cosas con gran apuro, así no podría contestar, ni cuestionar nada de lo que haya dicho. Le di una pequeña palmada en su espalda como agradecimiento de su angustia y huí. 

Al salir del salón, sostuve con gran firmeza mis materiales, eché un vistazo hacia los pasillos, para luego emprender carrera al tercer piso. Bajé con cautela, procurando no chocar, ya que al ser algo impaciente, suelo atropellar sin intención a los que se cruzan en mi camino. Sin embargo, sentía la angustiosa necesidad de llegar al patio a reunirme con mis amigos, no podía evitar la sensación de ahogo en mi pecho, quería distraerme del tema que viene rondando mi cabeza durante tantos meses, estaba un tanto agotada de pensar en ello, seguir estirando la soga al círculo para que continúe rodando no me hacía bien, pero, aún tenía ese presentimiento que era algo que debía solucionar. Me acerqué rápidamente a mi casillero, arrodillándome frente a él, dejando que mis rodillas se lanzaran a los brazos helados del piso. Saqué la llave de mis pantalones de gimnasia, lo introduje en el candado, abriéndolo con brutalidad, tomando en cuenta el tiempo restante del recreo, quedaban tan sólo 15 minutos, y quería aprovecharlos de la mejor manera posible. Adentré mis cuadernos con apuro, cerré el locker de un portazo, colocando nuevamente el candado en él, apoyé mis manos en mis piernas para levantarme de un golpe y así emprender vuelo al primer piso. No obstante, no pude prevenir gracias al la urgencia y desesperación de salir de ahí, que iba a chocar con la persona que se hallaba contigua a mí. Caí de espalda al piso, golpeándome la espalda con violencia, me quejé por unos segundos mientras sobaba dónde me había golpeado. Me enderecé lo mejor posible en el suelo, y procedí a dar mis sinceras disculpas a la persona a quien choqué por accidente.

-¡Ay, mil perdones! No me fijé, tenía algo de apuro.- Dije algo atontada y preocupada, no son muchos los casos en los cuales debo de disculparme de tal manera, pero como yacía en el suelo, no había manera de salir huyendo de ahí con solamente un "perdón".  Así que suspiré con sumisión, y sonreí.
-Sí, pude darme cuenta, no te preocupes.- Replicó en un tono plano y grueso, podía sentir su frialdad en tan sólo 7 palabras pronunciadas, incluso llegaba a darme escalofríos, sin embargo, no fue su manera de contestar lo que me aturdió, sino que fue el reconocer esa voz, en esos momentos no estaba preparada para cruzarme con quien creía escuchar. Por desasosiego no tuve en ese instante el valor de verificar si era quien pensaba que era, sinceramente no estaba aún preparada para cruzarme con un problema en esos instantes. 
Sin embargo, con algo de temor levanté la mirada, no podía ser descortés, aunque fuese él, la verdad no quería dirigirle la palabra en esos momentos, pero por torpeza mía tenía que asumir las consecuencias. Cuando al fin fijé mi vista en su rostro, él me observó con algo de curiosidad, aunque no podía exactamente determinar lo que sentía al mirarme, sus ojos eran un mar oscuro sin fondo, me brindaba un pavor inexplicable, y no pude evitar sentirme sumida a la inferioridad. Levantó su mano derecha en signo de saludo, como diciendo "No hay cuidado, nos vemos", voltea su rostro en forma indiferente, y se marcha con las manos a los bolsillos, mientras que yo aún yacía en el suelo pensativa.

Lo miré con recelo, no podía creer la falta de caballerosidad que poseía, no tuvo siquiera una intención de ayudarme, a pesar de que el accidente fue mi culpa, pudo al menos preguntar si estaba bien. Pero bueno, sabía que él no tenía designio de quedarse mucho tiempo en mi presencia,  por lo que sólo tomé un bocado aire con algo de resignación. Me apoyé de los casilleros y así poder levantarme con cuidado, me dolía infernalmente la espalda, por lo que procuré no ser brusca al ascender. Limpié el polvo de mi buzo, sobre todo las piernas que parecían que hubiese estado trapeando con ellas, para así ir al fin al patio, a pesar de que aquél acontecimiento me hubiese enganchado los labios para pronunciar una cara de tres metros, en realidad es algo de esperarse, tener que lidiar con un rostro y presencia como esa, además que es el asunto que quería despejar un minuto de la cabeza y como tengo una suerte de los mil demonios me tocó cruzarme con él, realmente fue la salsa de mi esplendorosa mañana. Cuando pude por fin levantarme,  me acerqué rápidamente a las escaleras, volteé la mirada por última vez, suspirando con alivio que ya se había marchado. Es extraño cómo siempre aparecen aquellas instancias más inoportunas, y en donde más frágil puede uno estar.

sábado, 6 de octubre de 2012

Una noche.~

No sabría con acierto colocar en palabras, o en una mejor expresión lo que sentí aquella noche tan esperado por mi cuerpo, como para mi moribunda alma, de ese Septiembre. 
Si bien no era una noche tal vez romántica, siquiera una aventura soñada, fue un lugar oportuno y hasta certero.

Era completamente sobre abrumador la cantidad de sombras que invadían la pista, probablemente jamás podré descifrar el número exacto, ni saber cómo llegué a unirme a ellos. Sólo recuerdo la melodía tan pegajosa de la música, como el entusiasmo de mis presuntos "conocidos". 
Lo único que puedo afirmar es que de un momento al otro, me sentí arrastrada a la pista de baile, dónde me consumí totalmente, mi mente, mi cuerpo, desaparecieron de allí. La fiesta y yo, éramos uno sólo.

Los entes desconocidos de aquella celebración, sin preocupación alguna se incrustaban por un lado de mi carne, como si no estuviese allí, o como si no existiera dolor en él. Sin embargo, a mi mente no le importó el dolor que le pudo profesar aquellos roces, sólo continuó unido a la energía que consumía totalmente su cordura. 
Como no todo puede mantenerse unido por siempre, hubo un momento propicio, de un toque suave y tierno, que despertó mis sensaciones lejanas de allí, y las disparó nuevamente a la tierra que tocaba. El calor que emanó en su toque era casi celestial, lejano del sombrío de los cuerpos extraños, definitivamente había revolucionado mis sentidos. 

Lentamente se acercó a mi oído, y aunque no pude escuchar exactamente lo que quiso expresar, el tono de su voz aturdió la música en mi carne, que se asimilaba a un delirio de los mismos dioses.
Por supuesto, no es algo que yo haya podido percibir tan objetivamente, pues, como recuerdo, todo pasó muy rápido, no tuve oportunidad en aquél momento sentir como lo planteo en estos momentos, pero sí... Lo recuerdo con admiración, aquellas sensaciones que él pudo incrustar en mí.

Sonrió, y me atrapó con la luz que resaltó de aquella mueca tan alegre. Esta vez nuevamente emanó un sonido a mi oído, que pude oír con claridad "¿Quieres bailar conmigo?" Dijo dulcemente, mientras observaba mis ojos con suma atención. Obviamente me coloqué nerviosa, no supe qué responder, por lo que me dejé arrastrar por su mano, rindiéndome al baile, dialogando con él con unas pocas frases.
"¿Cómo te llamas?" Comenzó diciendo él, a lo que rápidamente respondí con alegría, "Paula ¿y el tuyo?", me miró nuevamente con su hermosa sonrisa, respondiendo con amabilidad "Francisco" Y así, fue como comenzó todo, un recuerdo que no deja de resonar en mis más sensatos pensamientos de aquél Septiembre.

Mucha memoria de esa noche no tengo, la adrenalina era muy alta, además de un baile un tanto acalorado y agotador, como también persuasivo y a la vez dulce. 
De un momento a otro, me impulsó hacía a él, abrazándome, bailando más apegados de lo que ya estábamos, pude sentir su aroma penetrando mi alma. Simplemente, me atrapó, tentó mis deseos carnales, esos deseos tan tentadores como el peligro, que quemaban tanto como el fuego. 
Pude sentir su respiración sobre la mía, su piel se hallaba increíblemente cercana a la mía, como sus labios peligrosamente casi por sobre los míos, me sonrojé, mientras él me miraba exhaustivamente el rostro... No lo pude evitar, su energía, su esencia, todo me provocaba. El corazón podía sentirlo casi en mi garganta, latiendo lo más fuerte posible, hasta que él pudo empujarme al vacío del barranco, cuando finalmente colocó sus labios con los míos, sentí que estaba en llamas, y que el mismo diablo me arrastró al pecado, pero qué pecado más satisfactorio. 

Luego de unos minutos, detuvimos la danza, tomó mi mano con suavidad, y me llevó a un asiento alejado de la pista de baile. Estaba embelesada, él había hechizado mi mente y cuerpo, estaba tan hipnotizada que sus encantos prometían casi una fantasía de cuento.
Pero, como nada dura para siempre, sobre todo lo bueno, un ente del cual siquiera me fijé, dijo con voz desesperada "nos tenemos que ir", él me miró, algo entristecido, besó mis labios por última vez, diciendo "Nos veremos". Sin embargo, en el momento que lo dijo, yo sabía que aquél principio tenía su mismo fin de una noche.

lunes, 1 de octubre de 2012

I'm sorry.~

"¡TE AMO!" Fue lo que oí, un suspiro desesperado, tanto que el aire se le gastaba en cada sílaba exclamada, sus ojos respondían al estímulo puro del dolor, gesticulando con cada expresión de su rostro como si se quemara en el fuego, y sólo podía ver su olor a necesidad, donde lo peor de todo es que era yo.
Yo tan sólo agaché la vista, ¿cómo poder mirar tales sentimientos que llegaban a ser puñales con sólo sentirlos en ti? Me entristecí enormemente, no sabía qué contestar, a veces decir la verdad cuesta tanto.. Pero, no podía mentir, los sentimientos no son fáciles de evadir o de cegar, puedes tu mente convencerla de algo, pero a los sentimientos no...
"Perdón" Susurré, mis piernas temblaban, su presencia me mataba, esa energía que emanaba tan sólo decía una cosa, "te necesito" ¿cómo respondo a eso? Tan sólo me quedé ahí, como una estatua, me sentía pintada allí, siendo desesperadamente amada por su autor. Inmediatamente, tan salvaje como su sentimiento me jaló hacia a él, "¿acaso no entiendes que no seré feliz sin tí?" Sus lágrimas corrían por mi piel que él afirmaba con tanta fuerza, no tenía cómo liberarme de aquella situación, sólo me quedé ahí... Como siempre.
"No me puedes obligar a quererte" Dije con voz seca, no me sentía ahí, mi mente viajaba por aquellos espacios vacíos que a veces busco con desesperación cuando no tengo dónde mirar o dónde direccionar mis sentimientos. Me afirmó con más fuerza, "no puedo dejarte ir, no ahora, no puedo" sentía cómo sus palabras me quemaban, y no pude evitar llorar, ¿por qué lloraba si yo ya no tenía rumbo sentimental alguno? Me dolía de alguna forma saber que le hacía daño.. "No quiero dañarte, de verdad, pero tampoco quiero mentirte" Traté de decir con suavidad, aunque el dolor se hacía cada vez más profundo, su voz se tornaba con el pasar de los segundos más sentada en el sufrimiento amoroso, "DIJISTE QUE ME AMABAS Y QUE LO HARÍAS POR SIEMPRE" Gritó a todo pulmón, y yo más me hundía, pero tan mármol me sentía que puedo asegurar que él pensaba que yo jugaba con todo esto.. Pero, no sabe cuánto duele... Cuánto duele saber que alguien te ama a tal intensidad que es capaz de dejarlo todo por ti, y tú ya no sentir lo mismo de antes.. 
"Sí, dije, no lo niego... Pero... Me dejé llevar por la felicidad, fue un error" ¿Existe verdad más cierta que esa? Decir cosas con la sonrisa esbozada es el peor error que puedes hacer, al igual que afirmar o tirar cosas al aire enojado, simplemente prometes o dices cosas que pueden ilusionar y dar alas angelicales, cuando al final no necesariamente te sientes así, es sólo el momento.. Qué triste que sea así la realidad o mentalidad humana.. O tal vez yo soy la equivocada, o la confundida, ¿qué puedo hacer ante eso? Si soy tan joven, tengo suerte de saber lo que significa cada sentimiento, pero saber armarlos y descifrar una figura certera, no..
"Te quiero, no puedo decir que te amo, ciertamente no sé quién eres, ni siquiera sé quién soy, lo lamento" Mi voz se tornó con sufrimiento tanto como la de él... Él no comprendía que yo de verdad sufría por ello, me encanta su compañía, hablar con él.. Pero, realmente el amor es algo que he dejado de sentir con certeza.