Capítulo 1, Violeta.-
Era un día como cualquier otro, se podría decir que estaba en los parámetros de lo "normal", en su expresión más subjetiva. El cielo como era de costumbre se hallaba nublado, con una ventisca helada. En ciertas ocasiones el sol se asomaba levemente de curioso, sin embargo, no emitía calor alguno, sólo presencia como si quisiera darse a notar, para luego desaparecer entre esas esponjosas nubes grises en el cielo. Detestaba aquellos cambios de clima que surgían durante el transcurso del día, si bien estábamos en primavera, podía realmente sentirse como si aún presenciáramos la época de otoño, con la sola diferencia que ahora los pétalos de los árboles florecían. Sentía mucho frío, mis manos se hallaban como era de costumbre congeladas, aunque sinceramente no es un aspecto del cual suelo preocuparme, ya que, aun pudiendo haber 40 grados de calor éstas continuarían frías, así que simplemente desviaba el interés.
Recuerdo escuchar a mi profesor con su voz gruesa y prepotente que lo caracteriza de los demás docentes, dictando la clase de Física con esa gran chispa en sus ojos como si disfrutara hablar de ello. Me encantaba la fascinación que emanaba en sus clases, a pesar de que en algunas circunstancias irradiaba los mejores de los sarcasmos. No obstante, me tenía completamente sin cuidado aquel día, sé que no soy buena para los números, por lo que soy un tanto evasiva a cualquier tipo de actividad que lo integre.. Para mi mala suerte, es un requisito hoy en día, por lo tanto debo de encontrarme con ellos la mayoría del tiempo, a veces me resulta un tanto abrumador, no me gusta calcular, y aunque no soy alguien que empieza con el pie izquierdo en ello, simplemente me causa una cierta, pereza. En lo que a mí respecta viviría sin ello, pero, esta vez no fue por eludir la materia, sencillamente mi mente no se encontraba centrado en las cuatro paredes del salón.
Entre tanto transcurrían los minutos, no pude evitar echar un vistazo a la ventana que se localizaba contiguo a mi mesón. Siempre he tenido esa manía de colocarme junto a ella los días que mi humor no estaba predispuesto a las lecciones diarias, sabía que no estaba bien en absoluto, y que debía prestar mi más debida atención, sin embargo, no era algo que despertara mi curiosidad en esos instantes, así que simplemente eché a volar la imaginación, más bien sólo dejé fluir al entorno.
Es increíble cómo la naturaleza puede completar cada espacio vacío de tus pensamientos, en ocasiones ni siquiera debes tener algo retenido en tu mente... Sólo respirar, sentir cómo la brisa recorre tu piel a pasos lentos, delicados y armónicos, o nada más observar cómo las hojas danzaban al compás del viento.
Me entretenía en mis tiempos de reflexión observando la simplicidad de lo que emitía aquella ventana, sentía que veía un show televisivo, sobre todo por que no había un boletín con aquellos números que representaban una deuda a cada fines de mes, incluso podía apreciarlo mejor que la misma televisión, ya que mostraba el mecanismo de realismo, y no un producto más creado para divertir al espectador. Para mi desgracia soy de aquellas personas que siempre tienen algo en mente, aunque sea algo estúpido y minúsculo, como hasta con cosas preocupantes y hasta estresantes para la mayoría de la gente. Me era inevitable creer que en mi alrededor se envolvía un ambiente de tensión, lo más probable es que me perseguía con mis suposiciones sin fundamentos, pero hay que ser francos, a todos les gusta criticar lo que hacen los demás y sé que es casi imposible no pensar que soy la "rarita" del salón cuando me gusta apartarme del resto y arrinconarme en la ventana. Si bien, no soy una chica anti social o de cortas palabras, en clases me encanta estar sola, son mis momentos de tranquilidad y espacio libre, sé que suena gracioso para muchos, sin embargo me tranquiliza en sentidos que no podría describir. Algunos suelen salir a dar un paseo para aclarar las dudas, tal vez embriagarse escuchando música, entre muchas cosas, pero, si yo hiciese algo así, sé que me enredaría hasta con mis pensamientos más diminutos, por lo tanto es una opción que no podría tomar. Es por ello que prefiero hacerlo en clases, ya que sé que si me deprimo, cuando salga al receso alguien quien sea, me sacará una sonrisa, así que no era un problema.
Mientras continuaba viajando por la música que profesaba la naturaleza fuera de mi ventana, no me había percatado del tiempo transcurrido, ¿y cómo lo haría? Estaba tan ensimismada pensando, y ordenando las cosas en mi cabeza que no podía siquiera percibir que estaba respirando. De pronto, sin previo aviso, escuché aquella voz tosca que reconozco hasta fuera de la estratosfera, por lo cual no me dió ni el segundo para despertar bien de mi profundo trance, ya que no podía evitar sentir su mano rodeando mi hombro con un tanto de brutalidad y toque de delicadeza.
Mientras continuaba viajando por la música que profesaba la naturaleza fuera de mi ventana, no me había percatado del tiempo transcurrido, ¿y cómo lo haría? Estaba tan ensimismada pensando, y ordenando las cosas en mi cabeza que no podía siquiera percibir que estaba respirando. De pronto, sin previo aviso, escuché aquella voz tosca que reconozco hasta fuera de la estratosfera, por lo cual no me dió ni el segundo para despertar bien de mi profundo trance, ya que no podía evitar sentir su mano rodeando mi hombro con un tanto de brutalidad y toque de delicadeza.
-Señorita, ¿está usted bien? Pareciese que los aliens la hubieran abducido y llevado a marte, está completamente en otro lado.- Dijo algo inquieto. Me miró fijamente con ojos de cachorro, podía percibir su intención sin siquiera leer su mente, sabía que era esa misma mirada persuasiva que emitían esos padres que tratan de saber qué está pasando en tu vida, tratando de entrometerse como los metiches que son. Sabía que era con buen propósito, pero, prefería guardarme mis propios pensamientos para la infinidad de la naturaleza.
-Estoy bien profesor, es sólo que me gusta pensar y reflexionar ciertas cosas cuando hace frío, pero no se preocupe, es algo normal en mi- Sonreí con las mejores de las sonrisas, sabía que era la más falsa que había podido trazar en mi rostro, sin embargo, no quería preocuparle tampoco, por lo que sólo tomé mis cosas con gran apuro, así no podría contestar, ni cuestionar nada de lo que haya dicho. Le di una pequeña palmada en su espalda como agradecimiento de su angustia y huí.
Al salir del salón, sostuve con gran firmeza mis materiales, eché un vistazo hacia los pasillos, para luego emprender carrera al tercer piso. Bajé con cautela, procurando no chocar, ya que al ser algo impaciente, suelo atropellar sin intención a los que se cruzan en mi camino. Sin embargo, sentía la angustiosa necesidad de llegar al patio a reunirme con mis amigos, no podía evitar la sensación de ahogo en mi pecho, quería distraerme del tema que viene rondando mi cabeza durante tantos meses, estaba un tanto agotada de pensar en ello, seguir estirando la soga al círculo para que continúe rodando no me hacía bien, pero, aún tenía ese presentimiento que era algo que debía solucionar. Me acerqué rápidamente a mi casillero, arrodillándome frente a él, dejando que mis rodillas se lanzaran a los brazos helados del piso. Saqué la llave de mis pantalones de gimnasia, lo introduje en el candado, abriéndolo con brutalidad, tomando en cuenta el tiempo restante del recreo, quedaban tan sólo 15 minutos, y quería aprovecharlos de la mejor manera posible. Adentré mis cuadernos con apuro, cerré el locker de un portazo, colocando nuevamente el candado en él, apoyé mis manos en mis piernas para levantarme de un golpe y así emprender vuelo al primer piso. No obstante, no pude prevenir gracias al la urgencia y desesperación de salir de ahí, que iba a chocar con la persona que se hallaba contigua a mí. Caí de espalda al piso, golpeándome la espalda con violencia, me quejé por unos segundos mientras sobaba dónde me había golpeado. Me enderecé lo mejor posible en el suelo, y procedí a dar mis sinceras disculpas a la persona a quien choqué por accidente.
-¡Ay, mil perdones! No me fijé, tenía algo de apuro.- Dije algo atontada y preocupada, no son muchos los casos en los cuales debo de disculparme de tal manera, pero como yacía en el suelo, no había manera de salir huyendo de ahí con solamente un "perdón". Así que suspiré con sumisión, y sonreí.
-Sí, pude darme cuenta, no te preocupes.- Replicó en un tono plano y grueso, podía sentir su frialdad en tan sólo 7 palabras pronunciadas, incluso llegaba a darme escalofríos, sin embargo, no fue su manera de contestar lo que me aturdió, sino que fue el reconocer esa voz, en esos momentos no estaba preparada para cruzarme con quien creía escuchar. Por desasosiego no tuve en ese instante el valor de verificar si era quien pensaba que era, sinceramente no estaba aún preparada para cruzarme con un problema en esos instantes.
Sin embargo, con algo de temor levanté la mirada, no podía ser descortés, aunque fuese él, la verdad no quería dirigirle la palabra en esos momentos, pero por torpeza mía tenía que asumir las consecuencias. Cuando al fin fijé mi vista en su rostro, él me observó con algo de curiosidad, aunque no podía exactamente determinar lo que sentía al mirarme, sus ojos eran un mar oscuro sin fondo, me brindaba un pavor inexplicable, y no pude evitar sentirme sumida a la inferioridad. Levantó su mano derecha en signo de saludo, como diciendo "No hay cuidado, nos vemos", voltea su rostro en forma indiferente, y se marcha con las manos a los bolsillos, mientras que yo aún yacía en el suelo pensativa.
Sin embargo, con algo de temor levanté la mirada, no podía ser descortés, aunque fuese él, la verdad no quería dirigirle la palabra en esos momentos, pero por torpeza mía tenía que asumir las consecuencias. Cuando al fin fijé mi vista en su rostro, él me observó con algo de curiosidad, aunque no podía exactamente determinar lo que sentía al mirarme, sus ojos eran un mar oscuro sin fondo, me brindaba un pavor inexplicable, y no pude evitar sentirme sumida a la inferioridad. Levantó su mano derecha en signo de saludo, como diciendo "No hay cuidado, nos vemos", voltea su rostro en forma indiferente, y se marcha con las manos a los bolsillos, mientras que yo aún yacía en el suelo pensativa.
Lo miré con recelo, no podía creer la falta de caballerosidad que poseía, no tuvo siquiera una intención de ayudarme, a pesar de que el accidente fue mi culpa, pudo al menos preguntar si estaba bien. Pero bueno, sabía que él no tenía designio de quedarse mucho tiempo en mi presencia, por lo que sólo tomé un bocado aire con algo de resignación. Me apoyé de los casilleros y así poder levantarme con cuidado, me dolía infernalmente la espalda, por lo que procuré no ser brusca al ascender. Limpié el polvo de mi buzo, sobre todo las piernas que parecían que hubiese estado trapeando con ellas, para así ir al fin al patio, a pesar de que aquél acontecimiento me hubiese enganchado los labios para pronunciar una cara de tres metros, en realidad es algo de esperarse, tener que lidiar con un rostro y presencia como esa, además que es el asunto que quería despejar un minuto de la cabeza y como tengo una suerte de los mil demonios me tocó cruzarme con él, realmente fue la salsa de mi esplendorosa mañana. Cuando pude por fin levantarme, me acerqué rápidamente a las escaleras, volteé la mirada por última vez, suspirando con alivio que ya se había marchado. Es extraño cómo siempre aparecen aquellas instancias más inoportunas, y en donde más frágil puede uno estar.
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