viernes, 20 de julio de 2012

Sucesos.~

Los pensamientos no se detenían, seguían circulando como agujas de reloj, no había quién los parase, ni mucho menos quién los cambiase. Permanecían ahí, intactos.. Su intensidad jamás se perdían, en ocasiones desaparecían, manteniéndose como el viento, soplando sin visibilidad, pero ahí estaban. En otros momentos, aumentaban, resultaban ser ferozmente más latentes cada segundo.

Escuchaba las voces a mi alrededor, parecían tan distantes, pero a la vez, tan abrumadoras. Aun así, sin prestarles mayor importancia, latían los pensamientos dentro de mi cabeza, sólo me quedaba observar al vacío, encontrando el consuelo en la nada.

Oí el timbre de salida, donde por causa automática, mis manos se alocaron guardando dentro de mi bolso todos mis materiales, que inútilmente llevé sin haber tomado siquiera una nota de la clase... Estaba extrañamente, anciosa y nerviosa.

Caminé hacía la puerta, con los ojos perdidos en el vacío, señalando con la mano la despedida a quienes se acercaban... Mi mente permanecía ahí, en los revoltijos de mis pensamientos, hasta que lo vi. Serio, con su chaqueta café, su chaleco gris, que parecía no bastarle para cubrirlo del frío, con una mirada tan perdida como la mía. Lo observé embobada y algo ruborizada. Traté de pasar desapercibida a su lado, pero su altura, su contextura, su piel blanca... Todo esto junto a la gran esencia que emanaba, no pude evitar detenerme para tan sólo contemplarlo. Por una milésima de segundo, giró la mirada, nuestra visión vacía se cruzó, conectándose intensamente con el otro, aún sí ninguno de los dos articulase una palabra.

Con dificultad intenté de mover mis labios para pronunciar un "hola" después de tantos meses desde nuestra separación. Sin embargo, sólo atiné a agachar mi cabeza y continuar con mi camino. Jamás me había resultado TAN difícil hablarle a alguien, y menos cuando se trataba de alguien el cuál era mi amigo, mi amante, y quién ocupaba la mayoría de mis inentendibles pensamientos. 
Sentí cómo su mirada me quemaba mientras caminaba junto a él, por una indiscriptible razón, pude sentir que él deseaba tanto como yo, pronunciar un simple saludo, que al final se volvía pequeño al momento indicado de hacerlo.

Me dirigí a las fueras del establecimiento con un aire un tanto derrotado, donde ahí estaba Manuel, sentado en la banca de aquél pequeño, pero tranquilo parque, frente a mi inaguantable escuela. 
Caminé algo desanimada, pero a la vez nerviosa, no tenía idea del por qué.. Me acerqué con un tanto de tímidez y felicidad. Él se coloca de pie rápidamente, y sin que yo pueda siquiera evadir, posa sus labios con los míos, abrazándome con fuerza, como sí no nos hubiésemos visto durante meses... Incluso años.

Obviamente, quedé algo desconcertada. Lo miré con un poco de sorpresa, pero a la vez con ternura. -H-hola Manu...- Tartamudeé con algo de dificultad, sin poder observar aquellos ojos cafés mezclados con una miel dorada brillante, que me miraban como si estuviese iluminada por algún tipo de luz divina. Sentí su respiración cerca de mi mejilla, algo sonriente, mientras colocaba sus manos en mi cintura. -Hola Caro, te extrañé, no sabes cuánto..- Pronunció levemente con dulzura, apoyándome con delicadeza contra su cuerpo.

Mis mejillas se encendieron levemente, obviamente no quise hacerlo público, por lo cual tomé su mano, observando por doquier, asegurándome que nadie haya visto tal escena, pues me recorría el temor de que llegáse a oídos a la persona quien es la causa de mis miradas extraviadas en lo más allá.

Manuel, por supuesto, me miró con cierta extrañeza, pude casi afirmar que se preguntaba qué miraba tanto, pero sólo sonrió y pronunció algo inquieto, como también alegre. -¿Y? ¿Dónde me raptarás?.- Lo miré un tanto confundida, pues no había entendido, hasta que mi mente procesó por unos segundos lo que habíamos conversado con anterioridad. Mis mejillas se encendieron pues al parecer él se dió cuenta de mi perdida de memoria, ya que sonreía maliciosamente. -Pues, a un lugar secreto...- Reí, mientras tironeaba su brazo algo brusca. Quería desesperadamente salir de ahí.

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