martes, 24 de julio de 2012

Reflexiones.-

De pronto dejé de respirar, ya no controlaba mis sentidos, pues aquel viento cálido, apoderó su frescura dentro de mi olfato. Me mecí en su frialdad y lejanía, por un momento dejé que me guiara lo más allá posible, donde mi mente e imaginación no veían, mas sólo mi cuerpo experimentaba aquél exótico y desconocido viaje.

Un abrumador y pesado bocado de aire dejé en libertad, entretanto mis pupilas se bañaban en un agua cristalino. Cada gota derramada era un sentimiento, una historia, un viaje más allá del mismo recuerdo. Un dolor, una sonrisa, una angustia, nervios, incluso la misma agonía de mi mente. 
Todo aquello expresado en una simple partícula de cristal, que suavemente recorría mi piel, sin emitir un sonido, sin provocar un sólo alboroto. 

Los sonidos albergaban mis acongojados oídos, melodías diversas, con índoles de magnificencia natural. Nada más se requería, mas mi cuerpo yacía ahí en la misma nada que a la vez era todo, donde la compañía no era siquiera carnal, sólo música proveniente de la naturaleza, y mis concurrentes pensamientos que abrumaban cada parte de mi carne.

Mis párpados sin poder luchar más, comenzaron ha adormecerse, sólo podía inhalar aquél aire fresco que me brindaba cierta dulzura y alivio. 
Me sentía devastada, sentía como cada rincón de mi cuerpo sufría una guerra, aun sin lucha alguna efectuada, mas mi mente desechaba las ganas y fuerzas que mi molde me brindaba día y noche.

Son tantos los sentimientos que nos acompañan durante nuestra jornada, formas de interpretar cada ritmo que nos da la vida. Un recuerdo, una palabra, observar, o simplemente respirar. Cada suceso que ocurre es esencial, hasta lo más mínimo puede atraer un sentimiento. Es por eso que cierro los ojos, ¿qué mejor forma de florecer un pensamiento, un sentir, sin tener que observar? Siempre he creído que la mejor forma de reflexionar cada estado de ánimo, independiente sea bueno o malo, es cerrar nuestros párpados, dejando la mente fluir en el espacio, donde el tiempo siga su curso, donde no influya en nuestra forma de imaginar una puerta abierta a lo deseado.

Y pues aquí me encontrarás, perdida en el horizonte infinito, probablemente jamás seré igual a la de ayer... Posiblemente mi percepción cambie a cada pasar del viento, cada vez que acaricie mis mejillas y mis rebeldes mechas, una nueva seré, tal vez brille como la luna en el cielo, o simplemente vuele con un ave al extender sus alas. Ya que no puedo reflejar de mejor forma mi dolor, ¿qué es de por sí mis dolencias emocionales, sino más que suspiros de la vida? Ah... Como el amor que yase en cada partícula de arena, millones de oportunidades, centenares de formas de manifestar un sentimiento.  

Aquí estoy yo, dejando mi cuerpo ser uno con la naturaleza, mientras que el agua cristalina limpia mi rostro del oscuro sentir, entretanto, tú te sucumbes en la multitud, perdido en las sombras, dejando que la carne se vuelva hielo, y los sentimientos se tornen teclados despedazados. 
Tu rostro ya no es el de antes, como tu mirada vacía en el tiempo, intentando frenar las manijas del reloj, cuando yo comprendí, que no importa cuán dolido esté el corazón, el mundo no se detendrá por intentar zurcir las heridas causadas en el camino.





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