A pasos violentos caminaba, sintiendo cómo la brisa fresca acariciaba la desnudez de mi piel que no alcanzaba a cubrir el abrigo por más que lo tiráse.
No podía dejar de caminar, un tanto decidida y algo brusca ante la acción de huir desesperadamente, que no me percaté de la violencia en el cual tomaba la mano de mi acómpañante.
Por un momento escuché un quejido, y una voz lejana que sucumbía delicadamente mis oídos.- C-caro, ¡por favor detente!- exclamó un tanto preocupado y nervioso al observar mi actitud al caminar. Giré mi mirada algo agitada y confundida, pues no percataba mi manera de actuar, nada más quería salir de ahí. Sin embargo, al escucharlo me detuve y suspiré un tanto agobiada, para luego sonreír. -Lo siento, es que sólo quería llegar rápido, es todo..- Dije con un hilo de voz.
Él me observa sin ningún miedo, mientras sentía como descueraba mi rostro con sólo mirarme. Sonrío entre dientes y confesó con dulzura -Eres hermosa, aún con tu expresiones más extrañas- Dijo mientras me tiró levemente de la mano para continuar caminando, cosa que seguí ruborizada y sin mayor resistencia.
Continué caminando, algo resignada, pero animada a la vez, observando los alrededores que ya conocía con anterioridad. Inhalaba con suavidad la brisa fresca del invierno, que aún con el frío era agradable de respirar.
Volteé mi mirada hacia Manuel entretanto caminábamos de la mano por aquellas calles que solía recorrer cada día. Reí algo nerviosa, por lo tanto él volteó igualmente su mirada, a pesar de que no podía ver sus ojos, analicé su rostro con detalle, animándome a afirmar con una voz de burla -¡Eres un loco..!- Exclamé suavemente.
Él buscando mi mirada, sostiene mi mano con más fuerza, respondiéndome algo confundido -¿Y eso? ¿Por qué?- Pronunció extrañado por mi exclamación.
Desvié mi mirada hacia el camino, observando las hojas de cada árbol que se cruzaba en nuestro camino, dejando que el viento acaricie mis mechas. Reí levemente, volteé mi mirada por un segundo hacia a él, para luego dirigirla al suelo -Cualquier persona que guste de mi está completamente loca..- enuncié tontamente.
-Ah... Entiendo- Respondió con un tono desconcertado, -Entonces llévenme a un manicomnio- Emitió serio mientras observaba hacía adelante.
Sorprendida lo inspeccioné de pies a cabeza y pregunté algo inocente -¿Por qué a un manicomnio?-
Al escuchar mis palabras se detuvo bruscamente, me abrazó con fuerza, para que sus labios delicadamente articularan -Por que... Yo te amo-
No podía dejar de caminar, un tanto decidida y algo brusca ante la acción de huir desesperadamente, que no me percaté de la violencia en el cual tomaba la mano de mi acómpañante.
Por un momento escuché un quejido, y una voz lejana que sucumbía delicadamente mis oídos.- C-caro, ¡por favor detente!- exclamó un tanto preocupado y nervioso al observar mi actitud al caminar. Giré mi mirada algo agitada y confundida, pues no percataba mi manera de actuar, nada más quería salir de ahí. Sin embargo, al escucharlo me detuve y suspiré un tanto agobiada, para luego sonreír. -Lo siento, es que sólo quería llegar rápido, es todo..- Dije con un hilo de voz.
Él me observa sin ningún miedo, mientras sentía como descueraba mi rostro con sólo mirarme. Sonrío entre dientes y confesó con dulzura -Eres hermosa, aún con tu expresiones más extrañas- Dijo mientras me tiró levemente de la mano para continuar caminando, cosa que seguí ruborizada y sin mayor resistencia.
Continué caminando, algo resignada, pero animada a la vez, observando los alrededores que ya conocía con anterioridad. Inhalaba con suavidad la brisa fresca del invierno, que aún con el frío era agradable de respirar.
Volteé mi mirada hacia Manuel entretanto caminábamos de la mano por aquellas calles que solía recorrer cada día. Reí algo nerviosa, por lo tanto él volteó igualmente su mirada, a pesar de que no podía ver sus ojos, analicé su rostro con detalle, animándome a afirmar con una voz de burla -¡Eres un loco..!- Exclamé suavemente.
Él buscando mi mirada, sostiene mi mano con más fuerza, respondiéndome algo confundido -¿Y eso? ¿Por qué?- Pronunció extrañado por mi exclamación.
Desvié mi mirada hacia el camino, observando las hojas de cada árbol que se cruzaba en nuestro camino, dejando que el viento acaricie mis mechas. Reí levemente, volteé mi mirada por un segundo hacia a él, para luego dirigirla al suelo -Cualquier persona que guste de mi está completamente loca..- enuncié tontamente.
-Ah... Entiendo- Respondió con un tono desconcertado, -Entonces llévenme a un manicomnio- Emitió serio mientras observaba hacía adelante.
Sorprendida lo inspeccioné de pies a cabeza y pregunté algo inocente -¿Por qué a un manicomnio?-
Al escuchar mis palabras se detuvo bruscamente, me abrazó con fuerza, para que sus labios delicadamente articularan -Por que... Yo te amo-
Mi mundo giró en 360 grados, no entendía absolutamente nada de lo que él había dicho. Mi mente se sumergió en una confusión total, donde el tiempo parecía que ya no curzaba más. No tenía idea de qué decir, y aunque ya me venía venir la confesión, no la esperaba de forma tan directa y menos de esa forma.
En silencio, tomé su mano, continuando nuestro camino, con mi cabeza cabizbaja.
No existía más que el ruido de la calle y del viento pasar, él no se atrevió a pronunciar más, pues su rostro se hallaba perdida en cualquier parte, menos ahí, junto a mí.
En silencio, tomé su mano, continuando nuestro camino, con mi cabeza cabizbaja.
No existía más que el ruido de la calle y del viento pasar, él no se atrevió a pronunciar más, pues su rostro se hallaba perdida en cualquier parte, menos ahí, junto a mí.
Divicé la orilla del río, soltando su mano, corriendo hacia la banca que se hallaba cercana a unos juegos. Me senté como si hubiese encabezado una batalla, dejando mi cuerpo desparramarse en una pequeña parte de ella.
Sentí cómo él se ubicaba cerca de mí, abrazándome fuertemente, sin ninguna posibilidad de escapar de aquellos brazos que me sostenían con tanta firmeza.
Suspiré levemente cerca de su oído, pronosticando que estaba por derrumbarme por completo, aun así me mantuve, pronunciando con suavidad -Manu.. Tú me gustas.. Pero.. Yo amo a otra persona..-
Me sostuvo con aún más firmeza, sabía que no le agradaba que hablara de él.. Sin embargo, era inevitable.. Yo lo amaba.. No podía hacer otra cosa.. A pesar de todo lo que había pasado entre aquél ser y yo, mi mente buscaba refugio en su presencia silenciosa.
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