miércoles, 26 de septiembre de 2012

Infierno.~

La capacidad de amar se vuelve un tormento al recuerdo persistente de quien permanece constante en el diario vivir, se torna abrumador sentir que conociste y ya no conocer, a un espíritu pasado bañado en amor.

Indecisa y confusa en la totalidad del tiempo, sin un rumbo cierto, la soledad gobierna el alma que va en busca del condimento que pueda darle el toque final a la vida. 

Tomamos malas decisiones, quebrantamos sentimientos, por el simple fin de desvanecer aquel angustioso sentir.

Los días pasan, el hueco del pecho grita con euforia por un poco de ayuda, una compasión, tal vez una simple mirada bastaría para que aquella tristeza se esfume como un truco de magia, o como la neblina que parece eterna, y que con paciencia se vuelve a la claridad.

Si tuviera aunque sea algo de paciencia, probablemente no estaría así.. Lo más cierto es que no estaríamos así, ¿no crees? Tú tan angustiado, y tan desesperado. Y yo tan asustada, con esas ligeras, pero intensas ganas de revivir la adrenalina de mis piernas, para salir huyendo de aquí, y tan sólo... No mirar hacia atrás.

Respiro la brisa, acobijándome en su esencia, dejando que me traslade tal vez a una dimensión lejana, donde flotar no era una fantasía desquiciada, o simplemente un abrir y cerrar de ojos de los sueños. Inhalaba cada perímetro de energía, cada alegría, cada melancolía libre en las partículas del aire, un recuerdo, una sonrisa, una lágrima, hasta lo inimaginable, que por una extraña razón me relaja. 

Sin embargo, ¿se puede evitar para siempre la realidad?, ¿puedo estar fundida en una ilusión de lo que el pasado puede llegar a entregar? Y es que si me despierto, cuánto podría llegar a doler una memoria tan sencilla... Tan sólo quiero tomar un respiro de lo que todo esto significa, no quiero tomar decisiones, no aún.. Siento más peso de lo que debería de soportar, ¿es acaso eso normal o usual? Y es que no me gusta la sensación de sentirme tan rodeada de exageraciones de mi mente por sentimientos tan absurdos como estos... 

Tengo miedo, lo acepto.. ¿Miedo de qué? Es lo que me preguntan, y lo que me pregunto.. Mi vida simplemente es un desastre, más que el de un laberinto sin salida, siento que me intoxico en mis propios pensamientos, en mis dudas, en mis sentimientos, de sólo darme cuenta de lo que podría llegar a pasar si hago esto o aquello.. Me intoxico en ti, en mi, en este cuarto cerrado que no sirve más para darme el veneno puertas al infierno, que me arrastra sin piedad por sus suelos, llenándome de artimañas, y confusiones.



Cómo me encantaría poder desvanecerme como la arena en el viento, tan sólo olvidar todas aquellas tentaciones que queman como el fuego, pasiones carnales dolorosas que se incrustan como el pecado en el alma, como el diablo en la oscuridad.

Olvidar tan simple como dejar de pensar en lo que hace que mi espíritu se ahogue en un mar de sentimientos revueltos en dudas existenciales y pasionales.. 

Sin embargo, hay sensaciones que nunca se marchan, personas que no dejan ser lo que fueron, y que sólo marcan el paso fantasmal del retorno al infierno.

sábado, 8 de septiembre de 2012

Confusión.~

Hacía frío, tanto que las yemas de mis dedos parecían de estos extraños productos congelantes que mis padres usan por que no hay nada más para cocinar. Era en ocasiones gracioso palpar aquella piel áspera por el inminente frío, me perdía en su textura, mientras tanto pensaba. En la mayoría de los casos, con tales fríos que pareciesen como los del polo norte, no solía pensar más allá de que quería acurrucarme en mi cama, o simplemente huír a un calentador, sin embargo, el frío era lo que menos rondaba por mi mente... Sólo seguía palpando la textura de mi piel, hundida en mi asiento, donde de a poco sentía que me derretía en él.
Son muy pocos los casos en los que me veía sumida en la nada, donde los sonidos ambientales eran mudos, y cualquier movimiento pareciera una ilusión óptica. Es que aún podía divisarme como un frío mármol en aquella vereda de ese día... No sabía qué contestar, siquiera qué pensar, era un vacío que en el momento no pude llenar.

"Ambos nos encontrábamos caminando como siempre, riendo, como jugueteando por doquier como dos querubínes sin preocupación alguna. Nos detuvimos por un momento, llenos de risa, lo abracé como de costumbre, pero, algo inusual pude escuchar, su corazón, parecía una revolución de sonidos abrumador, tan agitado como una revuelta estudiantil que no se llevó a fin hace tanto tiempo.
Lo miré, aún con la sonrisa dibujada en el rostro. -Hey, tu corazón parece una batería, deberías ser baterista haha- 
Él me observa también con una sonrisa, devolviéndome el abrazo para apoyar mi cabeza más a su pecho. -Tú me provocas eso haha-
Me sorprendí al sentir su abrazo como al escuchar aquellas palabras. Traté de no sonar sorprendida, por lo que tan sólo acoté. -Entonces, si yo te produzco estas taquicardias tan monstruosas, ¿qué pasaría cuando nuestros caminos sean diferentes?-
Él incrusta su mirada en la mía, coloca una mueca divertida de tristeza, añadiendo -¡NO! Voy a morir.- A lo que inmediatamente, me abraza con aún más fuerza, para susurrarme al oído con delicadeza. -Pero, no tengo planeado morir aún, porque no está en mi separarme de ti-"


¿Cómo se puede reaccionar a algo así? Pensaba mientras la madera del asiento sostenía mi pesado cuerpo que no hacía ningún esfuerzo por mantenerse en él. Aún con tanto frío, podía llegar a sentir que mis pensamientos hacían un enorme esfuerzo para asimilarse al calor del sol en el verano. Me derretía, definitivamente, podía sentir cómo mi mente se amontonaba con sentimientos, como el hielo llena el vaso al fundirse por el calor.
Suspiré hacía mis adentros, sabía que en el momento en el cual el sonido que emitía el timbre llegase, yo iba a tener que volverlo a ver. En ocasiones lo sentía como una desgracia, como a la vez una fortuna, quería verlo desesperadamente, como también sentía que lo único que quería era huir de aquél lugar, sólo desaparecer y ser el humo de un cigarro al ser exhalado de la boca. 

Los nervios se apoderaban de mi ser, el frío era verdaderamente lo último en lo cual mi cuerpo en ese momento se fijaría. Mis dedos estaban descontrolados, simplemente se acariciaban entre sí, sosteniendo un ritmo de desesperación y angustia en aquél momento. 
En la situación de trance en la cual yo me encontraba, oí un sonido que provenía de mi pulgar, el anillo. Entonces recordé, que por otra parte estaba él, suspiré nuevamente, pudiendo sentir cómo me ahogaba con mis angustias. 
"Soy una tonta" Pensé, realmente me estaba envolviendo en una situación que no correspondía... Pero, ¿qué podía hacer? Son situaciones totalmente, y ciegamente distintas... Aun así... ¿Por qué no puedo dejar de hundirme más en esta confusión? Respuesta, que tal vez el tiempo dirá, o que un simple timbre dictará.